¿Cuántas veces hemos comprado un producto con la desconfianza de no saber si a la hora de abrirlo saldrá bueno? Ya sea el caso de una sandía o de un jamón existen una serie de pistas que la propia esencia del producto brinda al consumidor y que son de gran ayuda a la hora de saber si estamos ante un producto de calidad. Una serie de patrones que son adaptables a la hora de comprar un jamón, ya sea un jamón serrano o un jamón ibérico.

Uno de los principales indicadores de un buen jamón se encuentra posiblemente en lo más evidente a la hora de informarnos: su etiqueta. Aunque resulta obvio que esta es la principal y más visible fuente de información a la hora de distinguir un buen jamón no siempre se consulta, y en caso de hacerse no todos conocen el significado de los campos que la forman.

Etiqueta de la pata

En este sello del jamón se muestran las características principales de la pieza como la marca y denominación de origen del mismo, tipo de alimentación, además de encontrar en la etiqueta el texto “Certificado por” seguido del nombre o del distintivo de control.

Si queremos saber ante qué tipo de jamón estamos tenemos un código de colores para las etiquetas que nos serán de mucha ayuda. Así, las etiquetas de color rojo son para el jamón ibérico de bellota, mientras que si es verde indica que estamos ante un jamón de denominación de origen.

jamones

Nombres y apellidos del jamón

Al igual que sucedo con nuestro documento de identificación personal, todo jamón presenta sus credenciales en su propio DNI, en el que también encontramos su nombre y sus dos apellidos:

  • Nombre: en este campo diferenciamos el tipo de producto que estamos comprando ya sea un jamón, paleta, paletilla, caña de lomo, etc.
  • Primer apellido: Este campo hace referencia a la raza del animal que puede ser ibérico (si el jamón se obtiene de al menos el 50% de cerdos de raza ibérica); ibérico puro (si el jamón se obtiene del padre y madre de raza ibérica).
  • Segundo apellido: este campo hace referencia al tipo de alimentación que ha recibido el cerdo y de la que dependerá en gran parte el sabor de la pieza. De aquí de subdividen cuatro categorías: De bellota (animal alimentado en su tramo de engorde con bellotas exclusivamente); de recebo (animal alimentado con bellotas y que ha tenido como complemento la alimentación con pienso); de cebo de campo (cerdo alimentado sólo a base de pienso pero en terrenos al aire libre); de cebo (cerdo alimentado exclusivamente con pienso y en instalaciones cerradas).

Diferenciar un jamón ibérico

Para diferenciar un jamón ibérico de calidad de uno que no lo es existen una serie de patrones a tener muy en cuenta a la hora de adquirir la pieza.

  • El pese de la pieza debe estar en una horquilla de pese de entre los 6 y los 7,5 kilogramos de peso.
  • La pata del jamón debe ser fina y sin pelos, de lo contrario podríamos empezar a sospechar que nos están dando gato por liebre.
  • Si tenemos posibilidad de manipularlo habrá que tener en cuenta la presión en las zonas grasas del jamón, ya que un buen jamón ibérico se caracteriza porque la grasa se hundirá al presionarla con los dedos.
  • La grasa que se nos quede en los dedos debe de ser suave.
  • El tocino suele relucir con brillantez debido a su bajo punto de fusión.

¿Cómo elegir el mejor jamón?

Hay multitud de factores pero, para compradores no expertos, conviene fijarse especialmente en los siguientes detalles.

La pezuña

El color de la pezuña es la prueba del algodón. Los ‘pata negra’ se distinguen por ese incomparable brillo oscuro de la pezuña que va unido a un sabor sin igual. Además, las pezuñas deben ser iguales y estar desgastadas: será señal de que el animal ha vivido al aire libre y ha hecho ejercicio, lo que hará de su pata un jamón de alto nivel.

La grasa exterior

Las patas excesivamente secas por el exterior, aunque no hay una ley matemática que así lo confirme, suelen estarlo también en el interior. Una cobertura con una capa de grasa implica mayor pureza en la raza del cerdo, pues la grasa del ibérico funde a temperaturas más bajas.

El precio

Desgraciadamente, en el mundo de los jamones las gangas no existen. Hay buenas piezas, se puede ajustar al máximo la relación calidad-precio, pero la calidad se paga. Si estamos ante una pata con un precio sorprendentemente reducido, difícilmente la calidad será satisfactoria. Los buenos jamones tienen un precio.

La etiqueta

Como en cualquier alimento, saber leer la etiqueta es importante. El color y las indicaciones nos pueden indicar la pureza de la raza del cerdo (100%, 75% o 50%), su alimentación, tiempo de curación y demás indicadores. La suma de estas señales nos dirá lo que queremos saber.

Además, debemos pensar en el uso que le vamos a dar al jamón. No es lo mismo comprar un jamón para una familia numerosa que para una pareja o una persona que vive sola; para utilizarlo como aperitivo en un evento o comida familiar o para ir cortando y degustando poco a poco y día a día en casa. Y, por supuesto, lo que determinará cómo elegir el mejor jamón será el presupuesto que podamos destinar a ello.

Para poder encajar todas las piezas del puzle y encontrar la pata perfecta, que nos alegre la Navidad y que tenga la mejor relación calidad-precio, conviene prestar atención a todos los detalles y elementos que lo forman. Y, antes de tomar la decisión, consultar con un experto que nos pueda dar el último consejo antes de elegir.

En Sadival contamos con grandes opciones para los más jamoneros: desde las combinaciones más sencillas, con productos de calidad a precios ajustados, hasta las piezas más selectas, con patas ibéricas y 5 Jotas. Un abanico de opciones para que, durante la próxima Navidad, no falte un buen plato de jamón en la mesa.